Murciélago, Ruido, Avalancha – Libro Joaquín Boz (2022)

@bozjoaquinboz 

Murciélago ruido avalancha

adrián unger – sobre joaquín boz
junio 2021

1
Me acuerdo de una fiesta, hace unos 10 años. O de una
cena. O de una cena que se transforma en fiesta. Está oscuro.
Una charla de pasillo sobre sus viejas obras de ramas gris plomo.
Ese recuerdo lo veo tachado con grafito, como si después de
contarle a Joaquín sobre esto él tomara mi memoria y la rayara
fuerte hasta pandearla y platearla. Una memoria torcida y
espejada. Como una de sus chapas. Y en esa fiesta hubo
también una charla joven sobre si existía o no algo como un arte
más arte que otro.
¿Mi amigo Joaquín? Muy distintos y muy parecidos.
Creo que siente que le oculto algo. Pero es al revés, el parece
tener secretos que yo quiero conocer. ¿Qué es lo que hace
cuando pinta? Empiezo por decir que tiene a su favor esa
sustancia aceitosa que mantiene flotando miríadas de
partículas de pigmento hasta que el fluido se evapora. Está a su
servicio, las sostiene para él, y quedan fijas en donde él las deje.
Están en donde sea que las haya puesto, en cada uno de sus
tablas, y ahí van a quedar. Sin embargo, “hay algo de lo que no
se puede hablar”, me dijo el otro día. Pienso que se refiere a la
separación entre el fenómeno y el noúmeno1
. Lo que en sus pinturas es perceptible por los sentidos y lo que no, a lo que no
se accede.
El tiempo se desplegó hasta hoy, estoy en su taller, ya
no somos esos de antes, y ahora sus telas brillan y sus paneles
dominan el lugar.
“¿En este momento de la historia estar pintando esto?”,
me dice. “Igual debería estar pintando más”, agrega
juzgándose. Acelerado, quiere volar y llegar al fondo del asunto,
de algún asunto. Llegar al fondo. ¿O quiere salir a fondo? ¿O
salir del fondo? ¿O salir desde el fondo? ¿Y el primer plano?

¿Acaso solo importa el fondo? ¿El primer plano está
desenfocado? ¿Desenfocado o ruidoso? El ruido impide ver,
concentrarse. El foco se relaciona con la atención dirigida. Y a
veces, el ruido está en primer plano: un velo. “¿Cómo
establecer esta división del espacio propio cuando se vive?”, se
pregunta en voz alta. Me hace pensar en el concepto de
profundidad de campo y me acerco a las pinturas.
Y veo el equilibrio inestable que obliga a apurar el paso
para no caer, veo esas grietas, esos craquelados duros, escamas
de color que quieren liberarse para dejar de ser un borde, o un
límite. “Es lo que puedo dar, duda extrema y convencimiento
fuerte, todo a la vez”, me dice.
Recorro algunas obras húmedas sin terminar, y ahí está
el aceite secándose, luego de embeberse en el papel se retira
como marea de la costa, empapando acantilados amorfos de
color naturaleza. Por un rato me quedo a solas con sus pinturas,
con el color y el olor a solvente, entonces se multiplican las
preguntas.

2
¿Qué verá un murciélago al volar? ¿Cómo percibe su
alrededor? ¿Ve ruido? No me refiero a la sinestesia, al cruce de
sentidos, sino a la fusión de la cantidad masiva de estímulos que
circulan cuando salen de a millones de esas cuevas, buscando
comer, decodificando información ultrasonora y visual. Ese mar
debe disparar sensaciones complejas, compuestas,
macrosensaciones.
Salen desesperados, cada uno en búsqueda de lo propio
compitiendo contra una nube inmensa de sí mismos. Verán los
fondos como el objetivo, porque en el fondo está la comida, lo
que se necesita para vivir, el placer. Alrededor, el ruido. Toda la
tropa aleteando, interponiéndose, intentando no chocarse, la
masa dispersándose, cada vez menos densa, como un ser
amorfo fuera de foco. Ruido pegado a los ojos, rasguños,
aleteos, chillidos, pelo, descontrol y, a lo lejos, el objetivo. Hay
que separarse de la nube cuanto antes, aunque la frontera
grupal esté en el horizonte, hay que seguir, seguir volando,
perseverar hasta estar solo. ¿Cómo separar el ruido del
objetivo? ¿Cómo diferenciar el primer plano del último?

3
¿Y qué ocurre con los estorninos y sus mumuraciones,
ese movimiento no migratorio y en bandada, que les sirve para
evadir a los depredadores? Ocurre algo parecido al caso de los
murciélagos, aunque de día y con reglas diferentes: la bandada
vuela como unidad, cada ave en la misma dirección y velocidad
promedio que cada vecino. Mantienen una distancia mínima
para no chocar y miran un poco más allá, no solo a sus vecinos
inmediatos. Volando en comunidad sin perder la individualidad,
para no ser comidos por el águila peregrina que penetra al
grupo como lanza en picada. ¿Qué margen mantiene cada
estornino para no separarse del resto? Se mantienen estáticos
dentro de la geografía, sin migrar, pero en plena
transformación2 evasiva como reacción al ataque. La más
mínima perturbación genera una cascada de maniobras
correctivas individuales de distancias, direcciones y velocidades
que, desde afuera, devela el comportamiento de la
colectividad.
Seguro verán los riesgos en el cielo claro de fondo, en los
paisajes verdes y marrones, en sombras grises y paletas de
bosques y atardeceres en donde esperan águilas y otros
depredadores. El fondo engaña poco porque siempre está
moteado por un velo intermedio de pájaros que son hogar y
protección.
El velo de aves en primer plano es el lugar seguro, el
elegido, en donde permanecer para vivir. En el fondo hermoso,
el riesgo, la muerte. Opuesto a los murciélagos.

4
En la selva Amazonas es el águila harpía quien calcula
distancias peinando sus plumas en vuelo rasante a copas de
árbol. Vuelos de reconocimiento a media altura por suelos
tranquilos, ríos y follaje. Dentro de la selva, batallas naturales
por cada rincón, en todos los tamaños, colores y especies. El
águila mira todo a la vez para mapear todo a la vez, y luego
recordar todo a la vez. Pasa rápido, tan rápido. Ve el bosque y
ve el árbol en el ejercicio de encontrar el blanco. El punto justo
entre lo macro y lo micro, lo general y lo específico. Para el
águila la selva es un animal independiente constituido por todo
lo que tiene dentro, pero también entiende por separado los
elementos que la componen.
¿Cómo será para el águila el ejercicio de la abstracción?
De entender el todo junto al detalle, de concentrar la atención
en un solo punto sin omitir el mundo alrededor.

5
Los restos de toda vida pueden verse en el suelo de esa
misma selva. ¿De qué ser provino cada fragmento? ¿Cuál es su
historia? La gravedad domina lo que con energía propia no se
oponga al aplastamiento contra la tierra. La gravedad obliga a
los sólidos muertos a volverse fluidos con los meses percolando
lento hacia dentro, al encuentro de raíces y seres subterráneos.
La superficie muestra hojas en sepia, frutos ya amorfos comidos
por insectos multicolores, flores deshilachadas, mariposas
rotas, ramas fracturadas expuestas sobre el lecho. La vida
entendida desde la autopoiesis como la capacidad de
autoreparación tiene asociada a su contraparte: el decaimiento
del organismo muriendo de vejez fomentada por la
interrupción gradual del proceso de automantenimiento. Este
suelo es paisaje dominado por el destino del desorden natural
que licúa patrones y borronea límites. La tensión que sostenía
lo estructural desaparece, los sistemas complejos se
simplifican, la materia se relaja. Y aunque cada fragmento
apilado tiene algún origen, el desmoronamiento de los
andamios vitales ya no permite acceder a esta información. El
origen es información ya perdida, información solo presente en
el pasado.

6
¿Qué verán las bandadas de cauquenes colorados
cuando migran en formación V? Viajes de a tramos eternos a
miles de metros de altura. Se intercambian ubicaciones: los que
estuvieron en el centro marcando el rumbo pasan a los
extremos del ángulo para descansar. Funcionan como un solo
animal, miran juntos al frente, a la distancia. Testigos aéreos de
la última etapa de la evolución, testigos de volcanes, cataratas,
paraísos y tormentas. Comunidades testigos de terremotos y
avalanchas, siempre desde la altura sin descansar, hasta
encontrar el nuevo hogar en tierra firme.
Elijen el camino según temperaturas y corrientes de aire.
¿También según el sol? ¿El campo magnético? ¿Quizás algo de
memoria colectiva o cultura? ¿Qué ve la bandada? Ve la Tierra
en perspectiva, en proporciones cambiantes, bordes costeros
que se perciben idénticos de lejos y de cerca, autosimilares.
¿Cómo saber a cuánto se está de llegar si las dimensiones de lo
que hay alrededor no se pueden comprender? Todo grande,
todo pequeño, en escalas confusas. Una montaña es piedra de
cerca, una ranura en el suelo es también abismo de lejos. Los
cauquenes colorados deben entender de planos, distancias,
escalas, dimensiones, cartografía y fractales.

7
Un montón de granos de arena es solo eso: una pila de
arena amontonada. ¿Qué pasa si crece? ¿Hasta qué punto
puede crecer un amontonamiento de materia? Si sigue
creciendo es montaña y ya no acepta más materia, más granos.
Entonces empiezan los derrumbes de todos los tamaños, en
momentos imprevisibles. Aunque sea incómodo de aceptar,
mover un solo grano de arena puede generar una avalancha
masiva. A este punto se lo llama “criticidad autoorganizada
”, punto en el que emerge en la pila un nuevo comportamiento,
de naturaleza distinta. Ya es montaña, no sumatoria de granos.
Y ese comportamiento de esa nueva entidad, no puede
explicarse describiendo a las unidades aisladas, tal como
tampoco se puede describir un cuerpo describiendo solo a sus
células. Por otro lado, este punto crítico describe dinámicas de
cambios pequeños y masivos a través del tiempo: saltos
evolutivos, estampidas de animales, extinciones y terremotos.
Y no solo eso, sino que también tiene relación con el clima y las
tormentas, que son gobernadas por sistemas sensibles a
condiciones iniciales. Lo que se conoce como efecto mariposa7
es en realidad solo una etiqueta para hablar de caos, de
comportamientos determinísticos tan complejos que, aun
siendo determinísticos, no pueden predecirse, y nada tienen de
azarosos. Casi cualquier situación, por más simple que parezca,
puede desembocar en resultados imprevistos dada la cantidad
de variables.

8
En el espacio pueden encontrarse extremos opuestos de
convivencia de orden, desorden, causalidad y entropía: órbitas
planetarias perfectas, nebulosas sin forma, estrellas
desparramadas, galaxias como relojes sin rumbo lógico. La Luna
da exactamente una vuelta sobre su eje por cada vuelta a la
Tierra, por eso oculta siempre la misma cara. Algunas lunas de
Júpiter están perfectamente sincronizadas entre sí, en
múltiplos de períodos orbitales . Sincronizado o no, todo está
conformado por la misma sopa de energía en expansión
, y su equivalente en materia. Un cuerpo moviéndose a gran
velocidad muestra colores diferentes dependiendo de si se
acerca o se aleja del observador. Si además el cuerpo tiene luz
propia, el color de su luz dependerá también de la composición
del cuerpo. Entonces el color es la mezcla entre la naturaleza y
la velocidad. Pero el color es un concepto que está en el ojo del
que mira, no en estas masas que viajan por el universo. ¿Cómo
influye la presencia de varios cuerpos astronómicos en el color
percibido por un observador? ¿Cómo se influyen las luces de
aquellos cuerpos entre sí? Si se pudieran componer imágenes
moviendo a mano nebulosas y galaxias: ¿Qué cielo vería cada
observador? ¿Cómo afectaría esta nueva disposición en la
balanza del desorden y la sincronización?

9
Luego del fondeo claro y liviano en las pinturas de
Joaquín queda plantado el mapa en el que transcurre el primer
plano. ¿Una catástrofe? ¿El registro de momentos pasados? ¿El
crecimiento de nuevas especies? En sus palabras sería: “el
proceso de reconocer lo correcto luego de mirar desde afuera
lo propio”.
La condición inicial: un color, un rasguño. Y a partir de
ahí, el sistema se desenvuelve sin retorno en cierta dirección
como un sistema caótico, que depende desmedidamente de las
condiciones iniciales, de cómo se empieza la pintura. En los
paneles de Joaquín hay sectores grandes, pequeños, anclados,
distorsionados, ruidosos, desenfocados. La pintura se completa
de lo macro a lo micro y de lo micro a lo macro. De lo general al
detalle, del detalle a lo generalidad. ¿Cómo logra que un
rasguño azul índigo se sintonice con un parche de musgo verde
de Prusia? Construye el mundo todo a la vez, detectando
fronteras y encastres, percibiendo las dudas que le dicen qué es
lo que debería hacer, y que quizás no es lo que está haciendo.
Una negociación a veces a gritos visuales, y entonces reaparece
algo frente al fondo. Luego, tachaduras, emergencia por
emerger. Y las capas se van sumando, y la pintura ya no es
lámina, ahora es pared, espesa, con cuerpo, que sostiene a una
reacción en cadena de una serie de eventos quizás causales,
quizás casuales, pero seguro caóticos por sensibles (no por
azar). Boz y su determinismo imprevisible: ruido sobre fondo,
tormenta sobre paisaje, terremoto sobre montaña, pantano
sobre pradera.
Joaquín decide el tamaño del mundo, construye el
fondo, lo que anhela, su lugar de destino, un hogar. Luego va
poblando el primer plano con individuos, compañeros,
enemigos, cataclismos, refugios. Cada entidad agregada es
pieza de rompecabezas que determina la necesidad de sumar a
otros habitantes en el mundo, armando la sociedad que se
interpone al segundo plano, al fondo. Y el fondo quizás es la
muerte bella de colores pálidos, el momento de alivio al
abandonar los esfuerzos desesperados por mantenerse.
Si el formato de la pintura es pequeño las fronteras
restringen la duda y el punto correcto converge rápido. Y el
universo al óleo se equilibra, autocontenido, encapsulado al
limitarse el gesto y frenar la expansión de la incertidumbre que
ocurre cuando lleva el pequeño formato a paneles inmensos.

10
El fondo de las pinturas como un lugar a llegar, el primer
plano como obstáculo para lograrlo. Situación de murciélagos.
Pero el primer plano también es comunidad, el hogar, como en
las murmuraciones de estorninos.
Al comienzo de cada pintura la información se acumula,
las características se definen, las opciones interactúan. Pero al
ir completando la superficie los caminos posibles disminuyen,
las cartas están jugadas. La tabla ya no es sumatoria de colores
y sectores: es obra en construcción, la criticidad autoorganizada
en su punto justo. En ese momento, las avalanchas de causas y
consecuencias se desencadenan y cada decisión desemboca en
un cambio abrupto que deriva en resultados exponencialmente
distintos, como en todo sistema sensible a condiciones iniciales.
En las pinturas cada uno de los sectores convive con su
alrededor, el fondo está allá, lejos. Las pinturas exponen
detalles y generalidades y, como en la selva, se requiere de la
habilidad del águila harpía para mapear el todo y lo minúsculo,
las grietas y los parches. Y cada fragmento tuvo un origen
individual, pero esta información resulta inaccesible, las
pinturas son el registro de un estado de anulación de
autopoiesis, la liberación de energía del orden y el dominio
incipiente de la erosión por sobre el control. Cada sector tiene
una composición, con un origen irrecuperable, origen que Boz
devela moviéndose en el espacio frente al sector a descubrir.
Color, composición y movimiento del cuerpo. Cuando pinta
salta, baila, vibra, invoca al origen. Sus procesos se iteran hasta
la convergencia: el registro concluye.
Joaquín, cauquén colorado, animal volador topógrafo,
que mapea detectando accidentes y zonas seguras, escalas y
dimensiones, riesgos y caminos conocidos.

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Un mundo empapelado y dominado por paisajes,
métodos y contextos Boz. Eso es lo que ven pájaros,
murciélagos y águilas. Pinturas enraizadas en dinámicas de
galaxias, nebulosas y sopas de materia.
¿Develé el secreto de Joaquín? Ese que él quiere saber
si yo conozco: Boz desgrana la naturaleza y la extiende en papel
y tablas. Boz trabaja en el idioma natural de maravillas y
catástrofes.


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